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Todos los días somos bombardeados con sonidos: bocinas de automóviles, señales de cruce de peatones, sirenas de vehículos de emergencia, sin mencionar a las personas que hablan por sus teléfonos y esas notificaciones de texto ubicuas. Sin embargo, no todos perciben el mismo sonido. Para aquellos con problemas de audición, el bullicio de la vida diaria puede ser inaudible o distorsionado.
Tal es el caso de los empleados de Grupo Ajinomoto, Sayaka Adachi y Natsuki Watanabe, quienes sufren de pérdida auditiva neurosensorial congénita. Para ellos, los sonidos se ven amortiguados o llenos de ecos, incluso con un audífono. Sin uno, los ruidos fuertes suenan débiles (el sonido de una sirena que pasa puede parecer el rugido distante de los motores a reacción), mientras que otros sonidos que las personas con audición normal dan por sentado (por ejemplo, alguien hablando por teléfono junto a ellos) son completamente inaudibles . Para escuchar las palabras con claridad, utilizan un dispositivo auditivo que no solo amplifica el sonido sino que también ajusta el tono.
En junio de 2017, Sayaka y Natsuki visitaron la Escuela Municipal para Sordos de Kawasaki, en las afueras de Tokio, como parte de un programa que el Grupo Ajinomoto inició en 2006 para inculcar hábitos alimenticios saludables al enseñar a los niños sobre el gusto. Llega a unos 10,000 jóvenes anualmente. Sayaka y Natsuki estaban ansiosos por realizar esta sesión, por primera vez, con niños que tienen deficiencias auditivas similares a las suyas.
Los dos voluntarios comenzaron explicando los cinco sabores básicos: dulce, salado, amargo, ácido y umami. Luego invitaron a los estudiantes a probar algunos Dashi—Un caldo tradicional rico en umami esencial para la cocina japonesa— y les presentó los diversos ingredientes, que incluyen Kombu, katsuobushi (hojuelas de atún secas), hongos shiitake y niboshi (crías de sardinas). A continuación, les dieron diferentes variedades de sopa de miso al gusto.

Natsuki, a la izquierda, y Sayaka que defendieron la sesión especial.
A lo largo de la lección, Sayaka y Natsuki utilizaron ayudas visuales, como pegatinas codificadas por colores para etiquetar las copas de degustación. También utilizaron una forma simplificada de lenguaje de señas que acelera el aprendizaje, además de movimientos exagerados de la boca para facilitar la lectura de labios. Diseñaron su plan de lecciones para que los estudiantes pudieran experimentar los placeres y las sutilezas del gusto sin la necesidad de un lenguaje.
Los voluntarios descubrieron que, si bien trabajar con niños con discapacidad auditiva presenta desafíos, su mayor sensibilidad al gusto hizo que la tarea fuera especialmente divertida y gratificante. Por su parte, los niños quedaron asombrados por la variedad de sabores que se encuentran incluso en algo tan simple y básico como un plato de sopa de miso.
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